Si va para el norte, don Fermín -dice don Eliogardo Mendoza-, tenga cuidau con el mate. No, no es por el daño que l digo. Sino para que no le vaya a pasar lo que a mí.
Llegué, allá al norte de la Gallareta,
tarde, a un rancho. Yo era autoridá y andaba de recorrida. Nos abajamos y al
rato, como no nos ofrecían mate, le digo a la dueña de casa:
-Señora, si no es importunidá, ¿no
gustaría de convidarnos con unos amargos...? Venimos cansaus y no sé...
-Pero, cómo no, señor -me contestó un poco
confundida la mujer-. No le ofrecí antes porque no sabía si un señor como usté
era gustoso...
Y llamando a gritos a un chico le
dice:
-Pedrito, andá hasta lo de Crispina y
decile que si desocupó la bombilla que me la mande porque tenemo
visita...
Al rato, después de tomar unos amargos y
ya al dirnos, se me ocurrió preguntarle a la mujer:
-¿Y qué le ha pasau a la vecina que se
quedó sin bombilla?
Luis Gudiño Krámer, entre otras obras, escribió: Tierra ajena; Señales en el viento; Caballos; Cuentos de Fermín Ponce; La creciente y otros cuentos; Hermosas criaturas.